La semana pasada llamé a una empresa de servicios que trabaja para particulares y otras empresas, con el fin de presentarles nuestra agencia. Siendo una sociedad anónima que cuenta con más de 500 empleados en su haber, me sorprendió enormemente que me contestaran que el tema del marketing digital no estaba contemplado en su presupuesto anual. ‘¡Increíble!’, pensé, ‘tienen página web pero no se preocupan por sacarle rendimiento ni por la visibilidad de su marca en internet’.
En un país como el nuestro, donde más del 88% de las personas navega por internet (datos de 2015) y en los últimos 10 años (2005-2015) hemos pasado de estar casi 10 horas semanales a más de 20 horas y 30 minutos en la red (como consecuencia, sobre todo, de la incorporación de los teléfono inteligentes o smartphones a nuestra vida diaria); me parece un error en la estrategia de captación y fidelización de clientes de cualquier empresa, el ignorar la influencia de lo online.
Recientemente, Nominalia ha realizado un informe sobre la inversión en marketing digital de las empresas españolas. Cerca del 50% afirmó que para ellas era importante el marketing digital, sin embargo, sólo algo más de un tercio de las empresas encuestadas realizan acciones de posicionamiento SEO y SEM.
De ellas, alrededor del 60% dedican menos de una décima parte de su presupuesto a la visibilidad en buscadores y únicamente un 14,9% de dichas empresas ha decido contratar a una agencia o proveedor de marketing digital para que les asesore.
¿No parece algo contradictorio que valoren positivamente el marketing digital y que, al mismo tiempo, no ejecuten acciones de este tipo sobre ellas mismas?
Si bien es cierto que una estrategia SEO aporta resultados reales a medio/largo plazo y que el SEM puede ser costoso en ocasiones, los hábitos de compra de los consumidores actuales empujan a las empresas a ser visibles en internet, si es que quieren influir en la decisión de compra de su cliente.
Al cliente actual no le gusta que le asalten con propuestas comerciales inesperadas y prefiere buscar información por sí mismo en buscadores, blogs o redes sociales para valorar las distintas opciones que se le presentan a la hora de comprar un producto o contratar un servicio. Antes de decidirse por una de ellas, consultará las opiniones de otros usuarios, valorará muy positivamente los contenidos originales de calidad que resuelvan sus dudas y visitará distintos sitios web antes de desplazarse a la oficina física o punto de venta para comprar.
A este tipo de consumidor, las empresas deben convencerle de que su producto o servicio es el idóneo para él. Para ello es fundamental poner en práctica estrategias de posicionamiento y marketing de contenidos complementadas con la gestión de redes sociales, que aportan visibilidad a sus marcas o negocios por encima de las de sus competidores. Es lo que llamamos el Social Selling.
Para evitar escollos como que el retorno de la inversión del SEO no se consigue hasta pasado un tiempo, la combinación SEO-SEM es una opción a tener en cuenta dada la visibilidad inmediata que aportan las campañas de pago por clic. Es cuestión de estudiar lo que le conviene a cada empresa.
En todo caso, lo que no parece una buena opción es quedarse al margen de todos los beneficios que una cuidada y planificada estrategia de marketing digital, bien ejecutada, puede aportar a cualquier empresa interesada en captar a nuevos clientes y fidelizar a los que ya lo son.